viernes, 27 de diciembre de 2013

La estupidez adquiere carta de naturaleza

Einstein se preguntaba cómo era posible que la humanidad hubiera inventado casi todo, cuando no había más de unos pocos de miles de humanos sobre la Tierra. Y ahora que hay millones no se descubre prácticamente nada. No halló la respuesta. La estupidez intimida a los grandes porque intuyen sus proporciones y su extrema peligrosidad, al contrario que la inteligencia.

En la selección y transmisión de las características prevalecen las peores; también en el caso de las cualidades hereditarias.

Por otra parte, de todos es sabido que los tontos son más prolíficos que los inteligentes. Y que los genios tienden a la esterilidad. Si los inteligentes tienden a no procrear mientras que los tontos son prolíficos, la inteligencia está condenada, no tiene futuro. Entre todos los primates somos nosotros los que tenemos el cerebro y los órganos sexuales de mayor tamaño. Esto nos impulsa a la duda y a una sospecha palmaria: "quien utiliza mucho uno de los órganos excelentes, descuida o tiene problemas con los otros."


Por supuesto es ficción, pero el fondo es real

Las reglas de la supervivencia de las especies

En nuestro Mundo, la primera regla de supervivencia es: "O somos muchos aunque débiles, o pocos pero muy fuertes."

Los leones son pocos pero muy fuertes. Las gacelas o los ñus mueren en las fauces de los leones, pero la especie queda a salvo por el número.

La segunda regla es: "Los pocos tienen la fuerza; los débiles la mayoría."

Cuando los fuertes se multiplican demasiado, surgen los problemas: no encuentran comida para todos y mueren de hambre. Las especies débiles y con un número escaso de individuos no tienen futuro.

Del instinto de conservación del homo sapiens emergió una tercera regla o un corolario o alternativa de las otras dos que puso en jaque a la misma regla: la inteligencia. La inteligencia nos ha salvado de la extinción.

Pero el hombre sólo es peligroso si es sabio. Si no lo fuera, el Mundo podría soportar perfectamente su presencia sin temor alguno.

El peligro de la especie humana no es que pueda llegar a extinguirse, sino que se multiplique, que crezca demasiado, que con ello tenga un poder excesivo. Y esto quiere decir que la inteligencia ha agotado su papel, su función primordial: ya no es necesaria y puede dejar de ser utilizada, como ocurrió con el pelo que cubría todo el cuerpo, la cola, las muelas del juicio, el apéndice, etc.

Pero el ser humano se siente muy orgulloso de su talento, hasta tal extremo que pensamos:

1. Nuestro talento no puede sino aumentar.

2. Nuestro talento va a existir siempre.

3. Que el homo sapiens sapiens sirve para perpetuar la inteligencia, que seguirá existiendo, aunque sea en el silicio o en el grafeno de los ordenadores, incluso sin su presencia.

Todo esto es falso. Hace unos 50.000 años, el volumen del cerebro sufrió un fuerte corte; desde entonces el uso que hacemos de la parte que quedó no ha dejado de mermar. Como a cualquier otra especie, nos impulsa un único y exclusivo interés: sobrevivir. Un ñandú (un ave americana que corre como un rayo) no lo hace  para garantizar la supervivencia de la velocidad, así como tampoco el león o el tigre atacan para garantizar la supervivencia de la fuerza. Lo hacen, exclusivamente para garantizar la supervivencia de su especie, esa es la función con la que la evolución (y la Naturaleza) los dotó para ello. Del mismo modo el ser humano no vive para evitar la extinción de la inteligencia. La inteligencia es el medio, medio mientras sea útil, pero provisional, absolutamente provisional. Durará hasta que se encuentre otro medio mejor.

El genio ha sido el puente para que nuestra especie alcanzara las condiciones suficientes que asegurasen su supervivencia. Ahora, la inteligencia ya no nos sirve.

Fuentes: Konrad Lorenz_"Decadencia de lo humano"_Michael J.A. Howe_"The Strange Feats of Idiots Savants"_Voltaire_"Diccionario Filosófico"_Charles Darwin_"El origen del hombre"_Pino Aprile_"Elogio del imbécil"

El ocaso de la inteligencia

¿Es realmente posible que la inteligencia del ser humano esté en proceso de extinción?

El volumen del cráneo del homo sapiens estuvo aumentando, hasta hace unos 30.000 años, a un ritmo constante primero y más acelerado después. La potencia de este factor evolutivo resulta aún más notable si se tiene en cuenta que durante todo ese tiempo, el aspecto físico de nuestros antepasados cambió con mayor lentitud.

Se podría afirmar que la inteligencia era nuestro destino necesario: nos salvó de la extinción ante la cantidad de seres vivos mucho más agresivos y numerosos; y nos convirtió en lo que hoy somos.

Sin embargo la evolución del ser humano se ha ralentizado en los últimos 30.000 años, tanto que tiene todo el aspecto de haberse detenido. Desde entonces nuestras características diferenciales han permanecido iguales. Así, el aspecto físico y el tamaño del cerebro son hoy idénticos, a grandes rasgos, a los de aquellos homínidos de hace 30.000 años.

Si las características físicas no han cambiado ni tampoco la capacidad craneal ¿qué es lo que nos separa de nuestros semejantes de hace 30.000 años? La inteligencia.

La complejidad de la tecnología, las máquinas y los procesos productivos, así como la cantidad y amplitud de los conocimientos científicos, la especulación religiosa, los valores cambiantes y mil cosas más, son las consecuencias lógicas de esa inteligencia. El espíritu humano ha evolucionado mucho más que nuestro aspecto físico.

Aunque nuestro cerebro no ha cambiado gran cosa en cuanto a tamaño y volumen de masa craneal, nuestras facultades intelectuales sí lo han hecho, hasta el extremo de que muchas de esas facultades hemos sido capaces de reproducirlas en artilugios tales como una calculadora, un ordenador o un robot de cocina. Esto quiere decir que si el hombre desapareciera del planeta, algunas de sus características no desaparecerían.

El destino de nuestra especie teóricamente debería seguir siendo la inteligencia. La evolución humana está ligada inexorablemente al continuo crecimiento de las facultades intelectuales.

Lamentablemente todas estas convicciones no se tienen en pie.

Fuentes: Konrad Lorenz_"Decadencia de lo humano"_Michael J.A. Howe_"The Strange Feats of Idiots Savants"_Voltaire_"Diccionario Filosófico"_Charles Darwin_"El origen del hombre"_Pino Aprile_"Elogio del imbécil"



¿Por qué hay tantos imbéciles en el mundo?

 El ser humano es un animal muy similar a los simios antropomorfos. A través de un largo proceso evolutivo el ser humano se ha convertido en lo que hoy somos. Lo que nos diferencia del resto de los animales es la cantidad y la calidad de nuestra inteligencia. ¿Por qué, pues, algo tan extraordinario se utiliza tan poco?
La evolución es idéntica para todos los seres vivos: sobreviven los que mejor se adaptan al medio. Las características que no desaparecen son las que permiten a una especie adaptarse a su entorno. La selección natural no sigue un plan establecido sino que actúa al azar. Al final siempre se impone aquella característica que garantiza la supervivencia. En nuestro caso, esa característica ha sido la inteligencia.
La idea de descender de los monos no es tan terrible: ya no somos monos. Muchas familias tienen antepasados igual de impresentables que ellos mismos y mucho más cercanos cronológicamente. Esto no gusta. Para el hombre, su inteligencia no tiene más valor que la velocidad, la fuerza física o la envergadura de las alas de otros animales.
Si esto es así, ¿por qué razón el número de estúpidos va en aumento?
Evidencias de ese aumento y rasgos distintivos de tal característica los hallamos de continuo, ahora y a lo largo de la historia de la humanidad. ¿Qué explicación podemos dar a la Segunda Guerra Mundial, a ciertas decisiones desacertadas de Ronald Reagan o de Kennedy, a la carrera armamentística, a la producción de armas cada vez más sofisticadas, etc? Es decir, en el ser humano, la selección cultural tiene mucha importancia y poder, posiblemente más que la propia selección natural. Si no es así, no se entiende el proceso.

Fuentes: Konrad Lorenz_"Decadencia de lo humano"_Michael J.A. Howe_"The Strange Feats of Idiots Savants"_Voltaire_"Diccionario Filosófico"_Charles Darwin_"El origen del hombre"_Pino Aprile_"Elogio del imbécil"




COROLARIO DE ESTÚPIDOS, INCAUTOS Y MALVADOS HABIDOS EN LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD DESDE MI PARTICULAR PUNTO DE VISTA (6)

6 - Almanzor

Cuando Al-Hakam II falleció, dejó el trono cordobés a un muchacho de once años sin ninguna experiencia política llamado Hisâm. El joven califa tenía el apoyo del todopoderoso ministro Yafar al-Mushafi, quien contaba con el beneplácito de la madre del califa, la concubina Subh de Navarra.
 Al-Musafi contó con la estrecha colaboración de un hombre llamado Abi Amir Muhammad, miembro de una familia árabe con posesiones en Algeciras que se trasladó a Córdoba para estudiar jurisprudencia y literatura. Este Abi Amir será el temible Almanzor cuando en el año 981 se titule "al-Mansur bi-Allah" (el victorioso de Dios), denominación que cristianizada ha dado el nombre por todos conocido.
 Abi Amir inició su carrera política como escribano y secretario del qadí Ibn al-Salim. Sus aptitudes administrativas motivaron que fuera recomendado al chambelán al-Mushafi, quien le nombró primero administrador de la sultana Subh y después del joven Hisâm. De esta manera Abi Amir estrechaba sus lazos con la familia gobernante. A la muerte de Al-Hakam II recibe el nombramiento de visir y tutor del joven califa por lo que Almanzor y su protector al-Mushafi empiezan a enfrentarse abiertamente.
 En el año 978 aparta totalmente a al-Mushafi del entorno del califa, gracias al apoyo de su suegro, el general Galib, y tres años más tarde consigue que el joven Hisâm le otorgue públicamente los poderes absolutos del gobierno, dedicándose el califa a la vida piadosa. Con el poder político en sus manos, la fuerza militar se le resistía ya que Galib aún era fuerte gracias a cierto apoyo de los reinos cristianos. Dando muestras de su sagacidad, Almanzor hizo venir de África a otro general con tropas beréberes para convertirlas en su guardia personal, provocando el enfrentamiento con Galib. Este salió derrotado y Abi Amir recibía, a su regreso a Córdoba, el título de "al-Mansur bi-Allah". Desde ese momento y durante más de 20 años ejerció el poder absoluto en al-Andalus.
 Puso en marcha un programa de reformas tanto en la administración civil y militar y supo atraerse a las clase populares con una política de intensa actividad militar contra los cristianos del norte. Las crónicas hablan de 57 expediciones victoriosas con las que extendió el dominio musulmán a buena parte de la península, imponiendo fuertes tributos a los monarcas de Navarra y León. Incluso forzó a éstos a la entrega de sus hijas para imponer la paz en sus dominios. Los ataques de Almanzor llegaron hasta Barcelona (985), Coímbra (987), los monasterios leoneses de Sahagún y Eslonza (988), Santiago de Compostela (997) y Pamplona (999). Estas campañas motivaron la creación de una alianza cristiana contra al-Andalus que salió contundentemente derrotada en el año 1000. En estas últimas correrías Almanzor atacó el monasterio de San Millán de la Cogolla (1002) y de regreso a Córdoba falleció, en las cercanías de Medinaceli (Soria).
 La fortaleza con la que Almanzor dirigió los designios de al-Andalus se manifiesta en el intenso programa de construcciones que llevó a cabo, ampliando la mezquita de Córdoba -el cuarto cuerpo del edificio-  y edificando un nuevo palacio llamado Madinat al-Zahira (El Brillante) [como réplica a la Madinat al-Zahara (ciudad blanca) mandada erigir por Abd al-Rahman III], donde trasladó la administración para evitar que Hisâm tuviera tentaciones de dirigir el gobierno. Designó a su hijo Abd al-Malik como sucesor, estableciendo una dinastía de gobernantes que acabó con su otro hijo Sanchuelo. El gobierno dictatorial de Almanzor se considera como una de las causas que motivaron el estallido de la Gran Fitna y la guerra civil entre los años 1009 y 1031.
La Fitna de al-Andalus fue el período de inestabilidad y guerra civil que supuso el colapso del Califato de Córdoba. Comenzó en 1009 con un golpe de Estado que supuso el asesinato de Abderramán Sanchuelo, hijo de Almanzor, la deposición del califa Hisham II y el ascenso al poder de Muhammad ibn Hisham ibn Abd al-Yabbar, bisnieto de Abderramán III. Dividido todo el territorio andalusí en una serie de reinos taifas, se considera que la Fitna llegó a su fin con la abolición definitiva del Califato en 1031, aunque varios reyezuelos siguieran proclamándose califas. En el trasfondo de los problemas políticos se hallaban también problemas como la agobiante presión fiscal necesaria para financiar el coste de los esfuerzos bélicos amiríes.
A lo largo del conflicto, los diversos contendientes llamaron en su ayuda a los reinos cristianos. Córdoba y sus arrabales fueron saqueados repetidas veces, y sus monumentos, entre ellos el Alcázar y Medina Azahara, destruidos. La capital llegó a trasladarse temporalmente a Málaga. En poco más de veinte años se sucedieron 10 califas distintos (entre ellos Hisâm II restaurado), pertenecientes tres de ellos a una dinastía distinta de la Omeya, la hamudí.
Hasta la muerte de Al-Hakam II, en 976, el Califato de Córdoba, conformaba un Estado poderoso, respetado y temido por los reinos cristianos. A su muerte, su hijo Hisâm II era todavía un niño, por lo que el visir Al-Mansûr tomó el poder, usurpándolo y haciendo del príncipe un simple títere. La fuerza del Estado omeya residía en la convivencia de diferentes etnias islámicas. Para asegurar y conservar su poder, Almanzor favoreció a los bereberes sobre el resto, conservando su poder y trasmitiéndoselo a su hijo Abd al-Malik al-Muzaffar, pero el gobierno de éste último fue sacudido por numerosos complots. Abd al-Malik muere en 1008, dejando el poder a su hermano Abd al-Rahman Sanjul, o Abderramán Sanchuelo. Éste último persuadirá al califa Hisâm II para que le designe heredero legítimo del califato.
La guerra civil
Aprovechando la ausencia de Sanchuelo, quien había partido a combatir al rey Alfonso V de León, el omeya Muhammad II al-Mahdi destrona a su primo, el califa Hisâm II (1009). Sanchuelo vuelve a Córdoba, pero la moral de su ejército se encuentra por los suelos, por lo que la mayor parte de los soldados desertarían, cayendo prisionero y siendo ejecutado a su llegada a la ciudad.
Debido a este episodio, Muhammad se vuelve rápidamente persona non grata, dando lugar a la creación de un nuevo bloque opositor alrededor de la figura de otro omeya, Sulaiman al-Mustain. Apoyado por los bereberes, logra apresar a Muhammad y se convierte en califa (1009). Estas luchas incitarán a los Banu Hamud, una poderosa familia de Málaga y Algeciras, a autoproclamarse califas y marchar sobre Córdoba, donde destronarán a Sulaiman. Pero no tardarán mucho en perder el poder (1023).
El omeya Abderramán V se convierte entonces en califa (1023), pero al establecer un impuesto que ayude a llenar las arcas del Estado, las cuales se encontraban vacías, fue sorprendido por otra revolución, ya que la medida había pesado fuertemente sobre la población. Otros tres califas, dos omeyas y uno hamudí se sucederán hasta 1031, fecha en que la burguesía de Córdoba abole el califato.

Consecuencias

El movimiento, iniciado por los Banu Hamud con la proclamación de los reinos de Málaga y Algeciras, se generalizará durante este período y conducirá a la fragmentación del califato y a los primeros reinos de taifas. Este no será un periodo pacífico, ya que los distintos reinos de taifas se combatirán entre ellos. No será hasta el año 1085, tras la Reconquista de algunos de estos taifas por los cristianos, que los almorávides llegarán a España para reunificar Al-Ándalus.
Como es repetido, la ambición y la codicia de Al-Mansur es la que provoca todo este desastre. Al final, los platos rotos fueron pagados por los musulmanes de a pie. ¿Qué hubiese pasado si Al-Mansur no hubiese existido?
Al-Mansur le tengo por estúpido con fuertes tintes de malvado, pues derrumbó un próspero Califato que era brillante y que Europa entera le debe mucho. Y todo lo hizo a cambio de nada.

La Historia vuelve a repetirse siempre y el ser humano no aprenderá jamás.


Con los imbéciles no se puede razonar

La finalidad de todo imbécil es imponer a todos su estupidez a toda costa.

Cuando alguien discute con un imbécil se convierte en imbécil y medio.

Nuestra sociedad, que nos hace listos, puede también convertirnos en unos perfectos idiotas. En la mayoría de ocasiones nos limitamos a repetir como papagayos lo que nos han enseñado; y eso hasta nos da placer. La estupidez es relajante, no cabe la menor duda y es garantía de la felicidad para los que la practican. La estupidez es un magnífico invento.

Pero centrémonos. La inteligencia es una característica diferencial de nuestra especie; pero está obsoleta y abocada a la extinción. Fue arma esencial en la evolución del ser humano, pero ya no la necesitamos. Las organizaciones sociales se esfuerzan desaforadamente para hundir la inteligencia. Ocurre bajo cualquier forma de gobierno, cualquier religión, ciencia o arte. El sistema de jerarquías se ha encargado de reducir el pensamiento a la mínima expresión. Razonar cuesta caro a quien lo intenta.

El imbécil tiende a rodearse de otros imbéciles para camuflar su propia incapacidad. Los hombres asociados en grupos se convierten en inagotable manantial de estúpidos. Los idiotas son legión. Los superdotados despiertan recelos en los que no lo son. Cuantos menos problemas tengamos, menos utilizaremos la inteligencia.


Fuentes: Konrad Lorenz_"Decadencia de lo humano"_Michael J.A. Howe_"The Strange Feats of Idiots Savants"_Voltaire_"Diccionario Filosófico"_Charles Darwin_"El origen del hombre"_Pino Aprile_"Elogio del imbécil"

      Ejemplo de estupidez

lunes, 23 de diciembre de 2013

COROLARIO DE ESTÚPIDOS, INCAUTOS Y MALVADOS HABIDOS EN LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD DESDE MI PARTICULAR PUNTO DE VISTA (5)

5 - Felipe III

Felipe II fue un obsesivo que pretendía controlarlo todo, incapaz de delegar en sus subordinados. Como no se fiaba de nadie, jamás enseñó a gobernar a su hijo.
El Príncipe, cuando accedió al trono ignoraba el oficio y tomó la decisión de poner en manos de un valido los negocios del Reino. Así el gobierno del Estado estuvo en las manos de hombres de confianza elegidos a dedo, y a menudo erróneamente, por el Rey. Éste firmaba los documentos sin leerlos siquiera ni discutirlos.
Felipe III salió a su padre en lo piadoso, cristiano y gran rezador, pero el parecido se quedó en  eso, porque no era trabajador y sólo le interesaban las fiestas y los saraos.
La principal preocupación del Rey era casar a los futuros reyes con princesas paridoras que asegurasen la sucesión de la Corona. Antes de morir, Felipe III hizo honor al sobrenombre de Rey Prudente: concertó el matrimonio de su heredero con una prima lejana, Margarita de Austria, de 13 años, hija de Carlos de Austria. La muchacha procedía de casta fértil pues su madre había parido 15 veces.
La Reina dio al Rey cuatro varones y cuatro hembras. Los dos primeros partos fueron niñas y el tercero fue varón, el futuro Felipe IV. Un báculo que había pertenecido, según la tradición, a Santo Domingo de Silos, presidía los partos de Margarita. Esta tradición se implantó hasta nada menos que la Reina Victoria Eugenia. Pero los microbios pudieron más que el báculo santo y Margarita falleció a los 27 años de una infección puerperal. Felipe, abatido, no volvió a casarse.
El primer valido fue el Duque de Lerma que lo hizo peor que si lo hubiese hecho el propio Rey. Su incompetencia era tremenda, pero se mantuvo en el cargo a base de sobornos. El cohecho y la corrupción alcanzaron cotas extraordinarias.
El gobierno
Los que pensaban que la economía del país había tocado fondo con las bancarrotas de Felipe II, se equivocaron. Todavía se podía caer más bajo. Algunos le echan la culpa a una epidemia que causó medio millón de muertos en Castilla. Al escasear la mano de obra, se encarecieron los jornales.
La Administración intentó paliarlo acuñando moneda floja, el vellón, y la acción combinada de problema cierto y falsa solución, dispararon la inflación otra vez, con la correspondiente secuela de bancarrota. Una vez más las Cortes tuvieron que hacerse cargo de los platos rotos, es decir, el pueblo.
El mayor despropósito del reinado
La guinda fue la expulsión de los moriscos.
Después de la dispersión de los antiguos habitantes de Granada, en tiempos de Felipe II, la población morisca se concentraba principalmente en el Reino de Valencia y en Aragón. Eren extraordinarios agricultores, cultivaban arroz y caña de azúcar, y vivían en paz porque los grandes señores propietarios de las tierras los cuidaban.
El gobierno dio en pensar que ya iba siendo hora de resolver el problema morisco. De nuevo la obsesión religiosa se hizo presente. Y a pesar de las voces que se alzaron en contra de tal medida, el Duque de Lerma se empeñó en expulsarlos. En 1614, 250.000 moriscos abandonaron el país con lágrimas en los ojos.
Se dice que Felipe III murió prematuramente, a los 43 años, por culpa de uno de los muchos usos absurdos que imponía el protocolo de la Corte.
Era marzo, que en Madrid puede ser mes crudo y frío y habían colocado un brasero tan cerca del rey que éste comenzó a sudar. El marqués de Tobar hizo ver al duque de Sessa que quizá convendría retirar el brasero; pero por cuestiones de protocolo, ese cometido correspondía al duque de Uceda. Buscaron al duque pero éste se había ausentado del Alcázar, y cuando lo pudieron localizar, el Rey estaba empapado de sudor. Aquella misma noche se le presentó una erisipela que se lo llevó al otro mundo.
Hablar del protocolo de la Corte de los Austria sería cosa de nunca acabar. Otro ejemplo bastará para poner de relieve hasta qué punto de estupidez puede llegar el endiosamiento de las personas. En una ocasión, un pueblo famoso por las medias que elaboraba, quiso regalar a la reina un lote de estas prendas. El presente fue rechazado por el mayordomo real: "Habéis de saber -dijo- que las reinas de España no tienen piernas."

En la Corte de los Austria nadie podía montar un caballo en el que hubiese montado el rey, y la misma norma se hizo extensiva a las amantes reales, lo que determinó que muchas de ellas, pasados los ardores de bragueta del monarca, ingresaran por fuerza en conventos de clausura.

domingo, 22 de diciembre de 2013

Citas

"Los seres humanos, que son casi únicos por poseer la capacidad de aprender de la experiencia ajena, también son notorios por su aparente repugnancia a hacerlo así."

DOUGLAS ADAMS

"La industria de la cultura se adapta a las reacciones de sus clientes mucho menos de cuanto las falsifica."

THEODOR ADORNO

"Si un hombre empieza con certidumbres, acabará con dudas, pero si se contenta a empezar con dudas, terminará con certidumbres."

FRANCIS BACON

"Las tiranías fomentan la estupidez."

JORGE LUIS BORGES

"No basta con poseer una mente notable, lo esencial es usarla bien."

RENÉ DESCARTES

"Dos cosas son infinitas: el universo y la estupidez humana. En cuanto al universo, no estoy seguro."

ALBERT EINSTEIN

"El hombre es estúpido, fenomenalmente estúpido."

FEDOR DOSTOYEVSKI

"La gente más tonta que conozco es la que lo sabe todo."

MALCOLM FORBES

"Nada es peor que la agresividad estúpida."

JOHANN GOETHE

"La duda engendra la invención."

GALILEO GALILEI

"La mayor inteligencia es la que sufre por sus propias limitaciones."

ANDRÉ GIDE

"La creatividad es el cese repentino de la estupidez."

EDWIN LAND

"Para evaluar la inteligencia de un soberano, el primer paso es mirar de qué hombres se rodea."

NICOLÁS MAQUIAVELO

"El amor al poder es el demonio de la humanidad."

FRIEDRICH NIETZSCHE

"Si no quieres ver un idiota, rompe el espejo."

FRANÇOIS RABELAIS

"El necio se cree sabio, pero el sabio se sabe necio."

WILLIAM SHAKESPEARE

"Una moda no es sino una epidemia inducida."

GEORGE BERNARD SHAW

"Stultorum infinitus est numerus."

ECLESIASTÉS, 1, XV

"Sólo un idiota puede ser totalmente feliz."

MARIO VARGAS LLOSA

ESTUPIDEZ Y BIOLOGÍA

 La estupidez se propaga como la peste. El proceso se basa en la producción de una cantidad numerosa de mutantes "necios". Sólo muy pocos sobreviven: los más aptos.

En Botánica se piensa que los fuegos ocasionales son beneficiosos para la evolución de un bosque. Así pues lo que vemos como una catástrofe resulta ser una variación dentro del curso natural de los acontecimientos.

Las soluciones son simples pero muy eficaces. Si se dispara la población, lo que se necesita es una epidemia de lo que sea para exterminar a la gran masa, que cause la muerte al 90% de la humanidad. El 10% restante, en cuanto se recupere del susto, considerará bastante agradable el entorno resultante.

La esterilización de nuestro planeta sería un detalle irrelevante desde la perspectiva cósmica.

Sin embargo, en el medio biológico, el sistema se basa en dar por sentado que el medio puede ser controlado; y que todos los individuos de nuestra especie deberían vivir más tiempo y de manera más placentera. Para eso se precisa de una particular inteligencia organizada. Consecuentemente la estupidez, en esta etapa y en ese medio, resulta extremadamente peligrosa.

Hay quien piensa que la decadencia es irreparable y que por algún  terrible azar de la evolución, la estupidez impera por completo. Son abundantes las pruebas que abonan semejante teoría.

James Welles afirma que la arqueología se dedica a buscar inteligencia, es decir, aquello que desde el origen de nuestra especie diferencia al Homo Sapiens de los otros bípedos. O hallar hechos que muestren progreso. La historia, por otro lado, es una colección inagotable de fallos y errores: una celebración infinita del poder de la estupidez.

La tradición es una acumulación de conocimientos y experiencias útiles. Pero también es la rigidez de prejuicios, la superstición, las costumbres, el dogmatismo, las restricciones y la obediencia, que entorpecen el conocimiento y son, con frecuencia, las raíces de la necedad.

Existen valores arraigados en la naturaleza humana capaces de reducir la estupidez y contrarrestar sus efectos. El problema es cómo dar con ellos y hacer que funcionen en las complejidades de nuestro entorno social.

No es razonable definir la inteligencia como algo lineal o lógico. Y no deja de ser menos erróneo descalificar como estúpido todo aquello que no parece poder explicarse mediante el pensamiento racional. No podemos separar razón y emoción, lógica e intuición.

Puede cometer una estupidez el que no se rige más que por la emoción, pero tampoco es muy brillante quien cree que todos los problemas se pueden resolver de acuerdo con una secuencia aparentemente lógica.


Fuente: Giancarlo Livraghi_"El poder de la estupidez"


COROLARIO DE ESTÚPIDOS, INCAUTOS Y MALVADOS HABIDOS EN LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD DESDE MI PARTICULAR PUNTO DE VISTA (4)

4 - Esteban VI:

El Sínodo del cadáver
La increíble historia del Papa muerto que fue desenterrado y juzgado en el siglo IX
El Papa Formoso (816-896) cuenta en su currículo el haber sido el único Sumo Pontífice católico que fue desenterrado para ser juzgado y posteriormente (ya muerto) ser condenado a muerte.

A finales del siglo IX, la situación en la Península Itálica se asemejaba mucho a un polvorín a punto de estallar. Numerosos conflictos enfrentaban a distintos nobles, en pugna continua por territorios y coronas. Y es en esa delicada situación en la que se vio envuelto Formoso al llegar al trono de San Pedro.

Formoso buscó el apoyo de los emperadores carolingios para frenar el dominio de los Spoleto.

Durante su papado, Formoso coronó emperador del Sacro Imperio Romano Germánico al príncipe Arnulfo de Baviera, decisión que ofendió mucho a Lamberto de Spoletto, otro pretendiente a la corona imperial.
Una vez fallecido Formoso, Lamberto recuperó el control de Italia y exigió al nuevo papa, Esteban VI (sucesor de Formoso), que llevara a juicio al papa Formoso.
El problema era que estaba ya muerto y enterrado. No importaba.
Esteban VI, en lo que se llamó “el Sínodo Cadavérico”, ordenó vestir al ya putrefacto cadáver con vestimentas pontificales de gala, lo hizo sentar en el trono del Palacio Laterano y procedió a interrogarle personalmente.

Las crónicas cuentan que el cadáver exhalaba un terrible hedor que revolvía las entrañas de los presentes, y su cráneo, prácticamente descarnado, miraba con las cuencas vacías a sus acusadores.
Sobre la calavera del difunto se colocó una corona y el Cetro del Santo Oficio fue colocado entre los cadavéricos dedos del difunto pontífice. El muerto fue inculpado de ascender al solio pontificio recurriendo a medios espurios; siendo como era obispo de otro lugar, no podía ser elegido por Roma.

Según cuenta Joseph Cummins en su libro Grandes episodios desconocidos de la Historia, en la sala del Juicio -inundada por el putrefacto hedor del cadáver- Esteban interrogó al cadáver y al no recibir respuesta, procedió a condenarlo. Fue hallado culpable de “haber usurpado la Silla de San Pedro”.

El cadáver fue condenado como antipapa, despojado de todo lo que llevaba puesto. El papa Esteban ordenó cortarle los dedos pulgar, índice y medio de la mano derecha, con que solía bendecir.
El cuerpo mutilado de Formoso fue arrojado al cementerio profano, de donde las enardecidas turbas, presas de un frenesí salvaje, lo tomaron para arrojarlo al río Tíber, después de increíbles profanaciones.
Aquel vergonzoso y denigrante comportamiento no iba a quedar, sin embargo, sin su justo castigo, ya que semejante atrocidad era demasiado incluso para el pueblo romano, acostumbrado a todo tipo de crímenes y maquinaciones.

No faltaría mucho para que Esteban VI, quien un día se había atrevido a profanar la tumba de un sucesor de San Pedro, muriera asesinado en la prisión –por estrangulamiento– en agosto de 897.
La base legal del juicio

Se ha sugerido que el procedimiento seguido contra Formoso derivaba de un Papa del siglo VI, Gregorio Magno, quien afirmaba que los culpables de pecado mortal inhumados en una iglesia debían ser condenados y citaba varios casos de cadáveres que habían sido extraídos de sus sepulturas como castigo.

DE CÓMO EL SISTEMA SE APROVECHA DE LO QUE CONOCE: LOS ESTÚPIDOS Y LOS QUE SIN SERLO, ALGÚN DÍA PODRÁN MANIFESTAR CONDICIONES SUFICIENTES EN SUS ACCIONES QUE LOS EQUIPAREN A LOS ESTÚPIDOS

El lingüista Noam Chomsky elaboró la lista de las “10 Estrategias de Manipulación” a través de los medios.

1. La estrategia de la distracción. El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las élites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes.La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética. ”Mantener la Atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales (cita del texto ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.

2. Crear problemas y después ofrecer soluciones. Este método también es llamado “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.

3. La estrategia de la gradualidad. Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. Es de esa manera que condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez.

4. La estrategia de diferir. Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “todo irá mejorar mañana” y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.

5. Dirigirse al público como criaturas de poca edad. La mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante. Por qué? “Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos de edad (ver “Armas silenciosaspara guerras tranquilas”)”.

6. Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión. Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido critico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos…

7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad. Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. “La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposible de alcanzar para las clases inferiores (ver ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.

8. Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad. Promover al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar, e inculto…

9. Reforzar la autoculpabilidad. Hacer creer al individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se auto desvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. Y, sin acción, no hay revolución!

10. Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen. En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídos y utilizados por las élites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el “sistema” ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológicamente. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.

Así que a leer más y ver menos la TV y otros productos de manipulación de masas tan en boga hoy en día.

Enlace a "Armas silenciosas para guerras "Armas silenciosas para guerras tranquilas"_http://www.syti.net/ES/SilentWeapons.html


Este documento fechado en mayo de 1979, se halló el 7 de julio de 1986 en una fotocopiadora IBM comprada en una subasta de material militar.

sábado, 21 de diciembre de 2013

COROLARIO DE ESTÚPIDOS, INCAUTOS Y MALVADOS HABIDOS EN LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD DESDE MI PARTICULAR PUNTO DE VISTA (3)

3 - Carlos I (1500/1558) y Felipe II (1527/1598)

(Carlos I de España y V de Alemania; Gante, Flandes, 1500 - Yuste, Extremadura, 1558) Rey de España y emperador de Alemania. Con él se implantó en España la Casa de Habsburgo. Era hijo de Juana la Loca y de Felipe el Hermoso. Fue educado en los Países Bajos por Adriano de Utrecht y Guillermo de Croy, recibiendo la influencia de los humanistas del Renacimiento (como Erasmo de Rotterdam).

En 1515 asumió el gobierno de los estados de la Casa de Borgoña (los Países Bajos, el Franco Condado, Borgoña y el Charolais), que le correspondían por herencia de su abuela paterna; al morir en 1516 su abuelo materno, Fernando el Católico, heredó las Coronas unificadas de Castilla (a la que se había anexionado Navarra el año anterior y día a día se iban incorporando nuevos descubrimientos en las Indias) y de Aragón (con sus dominios mediterráneos de Nápoles, Sicilia, Cerdeña y el Rosellón).

Y en 1519, al morir su abuelo paterno, Maximiliano I de Austria, heredó los vastos estados patrimoniales de los Habsburgo (Austria, Tirol, Bohemia, Moravia, Silesia, Estiria, Carintia y Carniola), que llevaban aparejada la candidatura a la Corona imperial de Alemania, para la que efectivamente fue elegido aquel mismo año (aunque no sería coronado formalmente por el papa hasta 1530).

Dueño de tan extensos territorios, Carlos asumió enseguida el proyecto de Gattinara de restaurar un Imperio cristiano universal, para lo cual debía lograr una hegemonía efectiva sobre los restantes reyes de la Cristiandad. Ello le enzarzó en guerras continuas contra los rivales de tal hegemonía. Como rey de España, Carlos suscitó importantes resistencias desde su llegada al país en 1517, debido a su condición de extranjero, rodeado por una corte de extranjeros y con la mirada puesta en objetivos políticos que excedían con mucho los límites de España.

Su política poco respetuosa de la autonomía municipal, al tiempo que la perspectiva de un rey ausente durante largos períodos de tiempo y esquilmando al reino con impuestos para financiar sus empresas europeas, determinaron las insurrecciones de las Comunidades de Castilla (1520-1521) y de las Germanías de Valencia y Mallorca (1519-1524), que hubo de aplastar militarmente. Para aplacar los ánimos permaneció unos años en la Península, donde contrajo matrimonio con su prima Isabel de Portugal (1526), como le habían pedido las Cortes de Castilla.

En cuanto a su lucha por la hegemonía en Europa, Carlos tuvo que enfrentarse como campeón de la Cristiandad contra el avance de los turcos, que bajo el reinado de Solimán II el Magnífico, avanzaron por los Balcanes hasta el corazón de Austria (primer asedio de Viena en 1529 y anexión turca de Hungría en 1541), al tiempo que Barbarroja hostigaba la navegación en el Mediterráneo.

Carlos tuvo que librar también cuatro guerras contra el rey «cristianísimo» de Francia, Francisco I, en 1521-1526, 1526-1529, 1536-1538 y 1542-1544, motivadas por diversos contenciosos territoriales en Italia y los Países Bajos; Enrique VIII de Inglaterra y otros estados europeos (como Venecia, Florencia, Suiza, Dinamarca o Suecia) se aliaron ocasionalmente con Francia, temerosos de la hegemonía austriaca; e incluso el Papado (bajo León X y Clemente VII) luchó contra el emperador, quien no dudó en hacer que sus ejércitos saquearan Roma en represalia, el famoso "Saco de Roma" (1527).

En la propia Alemania, la reforma protestante iniciada por Lutero en 1519-1521 acabó con la unidad católica; Carlos se mostró inflexible con los príncipes protestantes, a los que exigió primero que retornaran al seno de la Iglesia (Dieta de Worms, 1521) y derrotó luego en la Guerra de Esmalcalda de 1546-1547 (batalla de Mühlberg). Pero, finalmente, se vio obligado a reconocer la escisión religiosa (Paz de Augsburgo, 1555), mientras el Concilio de Trento (1545-1563) iniciaba la «Contrarreforma» en el bando católico.

Fracasado de este modo su proyecto imperial, Carlos abdicó en Bruselas en 1555, dejando a su hijo primogénito, Felipe II, los reinos de España y los estados de la Casa de Borgoña, incluyendo las Indias, Italia (Cerdeña, Nápoles, Sicilia y Milán), los Países Bajos y el Franco Condado; junto con dichos territorios, Carlos legaba a su hijo una Hacienda abocada a la bancarrota por los ingentes gastos de las campañas imperiales.

Las tensas disputas en el seno de la Casa de Habsburgo le llevaron a desgajar de la herencia los estados patrimoniales de los Habsburgo en el centro de Europa, que pasaron a su hermano Fernando junto con la Corona imperial (1558), quedando separada desde entonces en dos ramas la Casa de Austria. Carlos, enfermo de gota, se retiró al monasterio de Yuste, donde murió.

Durante los 40 años de su reinado, el pago de la deuda externa sumió a España en un déficit crónico del que sólo nos sacó una suspensión de pagos en toda regla: el Imperio vivía por encima de sus posibilidades.

Doña Juana de Austria, hija del emperador, escribió al padre, cuando asumió la regencia, este balance económico: "Está consumido y gastado casi todo lo que se puede sacar de rentas ordinarias, extraordinarias, bulas y subsidios, hasta final de 1560".

Carlos que se consideraba con el derecho legítimo al título de Rey de Romanos y Emperador del Sacro Imperio, tuvo que vencer en la pugna a su rival, el Rey Francisco I de Francia. Para ello tenía que comprar voluntades de los electores sobornándolos. Decidió emplear todo el dinero posible en la compra de electores. Se gastaron 851.918 florines. Carlos no disponía de esa inmensa suma ni podía sacarlos de la hacienda de sus reinos hispanos. Para obtenerlos practicó eso que se llama ingeniería financiera.

Habló con muchos banqueros. Participaron alemanes, genoveses y florentinos. Todo estaba coordinado por los Fugger, establecidos en Ausgburgo. Eran préstamos sindicados, similares a los que hoy practican los grandes grupos empresariales para financiarse.

Esta manera de pagar la fiesta se convertiría en la tónica habitual de su reinado. Condujo a una situación de déficit crónico durante los 40 años de reinado, yendo en aumento década a década. Las rivalidades políticas en Europa, que se traducían en incesantes guerras, contribuyeron de manera decisiva a esta situación embarazosa. Así consiguió el emperador muchos éxitos militares, pero siempre estaban acompañados de una contrapartida inevitable y fatal: enormes facturas que había que pagar.

Desde 1523 el emperador había experimentado dificultades para saldar las deudas. Esto generó descontentos entre sus acreedores hasta el punto que dejaron de prestarle durante el período 1524-1526. A Carlos I se le secó el grifo del crédito.

Para resolver esta situación optó por una estrategia que le ocasionó más dolores de cabeza: enajenó en favor de los Fugger diversas propiedades en España, cuyas rentas percibirían sin que la Hacienda castellana llevase a  cabo control alguno: maestrazgos (grandes extensiones rurales que pertenecían a las Órdenes Militares) situadas en Extremadura y Castilla la Nueva [hoy Castilla-La Mancha] (las minas de Almadén formaban parte del lote). Todo fue a parar a manos de los Fugger durante más de un siglo. También lograron importantes concesiones mineras en otros lugares.

El retorno del crédito alemán permitió al emperador salir de una situación engorrosa de mal pagador. Un préstamo cubría a otro anterior impagado. Como ahora con las subprimes americanas y los productos llamados tóxicos.

Pero ni aún así sería suficiente. Ante la monumental hipoteca la única salida era hacer nuevas concesiones. El paso siguiente fue arrendar mediante subasta la recaudación de las rentas de la Corona. Otro modo fue  la emisión de los juros (algo parecido a nuestros actuales bonos del Tesoro) que permitían obtener intereses muy elevados de hasta el 10%. Tenían un punto flaco y este era que cada juro se garantizaba con el dinero de la recaudación de otros impuestos, y si este fallaba, surgían problemas para cobrar. Vamos, para entendernos, como la "pirámide de Madoff".

Entre 1532-1542, con la conquista del Perú y la plata que de allí venía, las cuentas se sanearon, hasta el punto que se pudo prescindir de los préstamos.

Pero a partir de 1542, la situación en Europa se le complicó: una nueva guerra con Francia que terminó de forma precipitada porque se iniciaron las guerras de religión luteranas (1544) que consumieron la madurez del Emperador.

Si antes de las guerras luteranas el interés medio que pagaba el Emperador por los préstamos era del orden del 28%, a partir de estos enfrentamientos la cota subió casi al 50%, algo desmesurado.

Cuando Felipe II asumió el poder, se encontró con una deuda de 15 millones de ducados y decidió cortar por lo sano: suspensión de pagos en 1557. Esta medida hizo perder a los Fugger cantidades millonarias (y a otros banqueros) y señaló el camino a seguir a otros reinos con dificultades financieras, como Francia y Portugal, que acabarían imitando la solución de Felipe II.

La tormenta financiera desencadenada nada tiene que envidiar a la del hundimiento de Lehman Brothers en 2008. Años después, el propio Felipe II volvería a encontrarse en una situación desesperada que le empujó a declarar otras dos suspensiones de pagos, por lo que su gestión, a la hora de valorarla, no puede ser demasiado positiva.

El dominio de la economía sobre la política es, probablemente, más antiguo de lo que pensamos.