Einstein se preguntaba cómo era posible que la humanidad
hubiera inventado casi todo, cuando no había más de unos pocos de miles de
humanos sobre la Tierra. Y ahora que hay millones no se descubre prácticamente
nada. No halló la respuesta. La estupidez intimida a los grandes porque intuyen
sus proporciones y su extrema peligrosidad, al contrario que la inteligencia.
En la selección y transmisión de las características
prevalecen las peores; también en el caso de las cualidades hereditarias.
Por otra parte, de todos es sabido que los tontos son más
prolíficos que los inteligentes. Y que los genios tienden a la esterilidad. Si
los inteligentes tienden a no procrear mientras que los tontos son prolíficos,
la inteligencia está condenada, no tiene futuro. Entre todos los primates somos
nosotros los que tenemos el cerebro y los órganos sexuales de mayor tamaño. Esto
nos impulsa a la duda y a una sospecha palmaria: "quien utiliza mucho uno
de los órganos excelentes, descuida o tiene problemas con los otros."
Por supuesto es ficción, pero el fondo es real
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