Las personas incautas, generalmente no reconocen a
los estúpidos ni su peligrosidad.
Pero lo sorprendente es que los inteligentes y los malvados,
tampoco. Estos no consiguen muchas veces reconocer el poder
devastador de la estupidez. Es difícil explicar por qué sucede esto.
Se tiende a creer que una persona estúpida sólo se
hace daño a sí misma, pero eso sería candidez y no estupidez.
Otras veces se llega a caer en la tentación de
asociarse con un estúpido con el objeto de utilizarlo. Craso error. Esa
maniobra no puede tener más que efectos desastrosos:
a) Está basada en la incomprensión de la esencia de
la estupidez.
b) Da al estúpido oportunidad para desarrollar sus
habilidades.
Uno puede hacerse la ilusión de que está manejando a
un estúpido. Pero no es así. Tarde o temprano surge el comportamiento del
estúpido, con lo que ese uno se verá arruinado y destruido.
Todo esto aparece descrito en la Cuarta Ley
Fundamental, que dice:
"Las personas no estúpidas subestiman siempre
el potencial nocivo de las personas estúpidas. Los no estúpidos olvidan que en
cualquier momento y lugar, y en cualquier circunstancia, tratar o asociarse con
estúpidos se manifiesta infaliblemente como un costoso error.
A lo largo de los siglos, en la vida pública y
privada, muchas personas no han tenido en cuenta esta Cuarta Ley y esto ha
ocasionado pérdidas incalculables a la humanidad.
Fuente: "Allegro ma non troppo"_Carlo M. Cipolla