jueves, 9 de enero de 2014

Pero la guerra no es la única astucia de nuestro motor evolutivo

Toda forma de organización social -monarquía, democracia, dictadura- trabaja contra la inteligencia. El poder, en cuanto puede, prende fuego primero a los libros; después a sus autores. Así se llega a la guerra santa, la persecución, el exterminio de cualquiera que sea sospechoso de pensar por sí mismo. El poder de una organización -incluido las redes sociales de Internet o los grupos que dentro de esas redes se constituyen-  es tanto más fuerte cuanto mayor es la cantidad de inteligencia que consigue destruir. Y uno de los procedimientos de destrucción de la inteligencia se da cuando precisamente se intenta poner puertas al campo, como sucede en todos esos grupos cibernéticos, organizaciones políticas o religiosas, las de tipo social e incluso en aquellas cuyo mensaje es la ayuda a otros más necesitados (ONG, ORG, etc.); no digamos en Universidades, instituciones de todo tipo en las que existan normas, partidos políticos, comunidades religiosas, organizaciones sindicales, etc.

Siempre habrá un imbécil o un grupo que impida la divulgación de la cultura, que haga como algo suyo el ideario del grupo, ideario hecho ex profeso para cerrar a cal y canto la LIBERTAD DE EXPRESIÓN, que en términos políticos es una falacia y en términos sociales una hipocresía. Sencillamente la libertad de expresión no existe porque unos cuantos de imbéciles se encargan de impedirlo. Y quien dice o escribe algo que no encaja en el juego de turno, se arriesga a ser considerado réprobo y castigado por ello.

En la democracia, el voto de un descerebrado vale tanto como el de Fermi, Böhrs, Einstein, Sartre o Picasso (sólo por citar algunas pocas figuras señeras de la inteligencia) que revolucionaron la física o el arte en general.

¿Por qué los más inteligentes están siempre en la oposición? Formas más bestiales de organización política no se andan con remilgos: Salvemini y Freud tuvieron que exiliarse; Solzhenitsyn se pasó media vida encerrado en un gulag del paraíso comunista por orden del "padrecito Stalin" asesorado por sus comisarios políticos; Sócrates fue condenado a muerte por disentir y decir las cosas como son y no como querían los poderosos hacerlas ver; a Demóstenes le sucedió lo mismo y eso que ya Atenas no valía ni el nombre.

Es decir, a través del ejercicio del poder, el homo sapiens sapiens combate el aumento de la inteligencia y la reduce.

Darwin llegó a preguntarse por qué España, que dominó medio mundo, cayó en una terrible decadencia. La respuesta la obtuvo rápidamente: la Inquisición que seleccionó a las personas más libres y valientes para quemarlas o encarcelarlas. En España se eliminó durante tres siglos a algunos de los mejores, aquellos que dudaban y planteaban problemas. Pero es que sin duda, evidentemente, no hay progreso sin pensamiento libre. También en toda Europa se eliminaron los mejores en nombre de la fe, fuese del signo ésta que fuese.

Otro hecho irrefutable de la guerra de España contra la inteligencia, fue la expulsión de los judíos entre los que se hallaban las mentes más preclaras y sobresalientes del reino. Mayor error imposible.

La inteligencia intimida y desencadena, no cabe la menor duda, la agresividad de quien no la posee o está menos dotado intelectualmente. Hitler, al mando de la máquina de poder más refinada que los propios alemanes le pusieron en sus manos, eligió como enemigo al pueblo que ha merecido mayor número de Premios Nobel, los judíos. Los soviéticos organizaron la masacre de las fosas de Katyn para romper la inteligencia polaca. Alejandro Magno, cuando llegó al Indo, ordenó la búsqueda y detención de los doce hombres más sabios de la región y acabó preguntándoles quién de ellos era el mejor, para después darle muerte. Shi Huang Ti -emperador chino- ordenó destruir todas las obras literarias y eliminar a cualquier persona con talento que residiera en el Imperio.


¿Qué podían temer todos estos personajes de ese minúsculo número de personas inteligentes? Nada, pero era como si obedecieran a un atávico instinto de destrucción de la inteligencia.



Fuentes: Konrad Lorenz_"Decadencia de lo humano"_Michael J.A. Howe_"The Strange Feats of Idiots Savants"_Voltaire_"Diccionario Filosófico"_Charles Darwin_"El origen del hombre"_Pino Aprile_"Elogio del imbécil"