viernes, 27 de diciembre de 2013

La estupidez adquiere carta de naturaleza

Einstein se preguntaba cómo era posible que la humanidad hubiera inventado casi todo, cuando no había más de unos pocos de miles de humanos sobre la Tierra. Y ahora que hay millones no se descubre prácticamente nada. No halló la respuesta. La estupidez intimida a los grandes porque intuyen sus proporciones y su extrema peligrosidad, al contrario que la inteligencia.

En la selección y transmisión de las características prevalecen las peores; también en el caso de las cualidades hereditarias.

Por otra parte, de todos es sabido que los tontos son más prolíficos que los inteligentes. Y que los genios tienden a la esterilidad. Si los inteligentes tienden a no procrear mientras que los tontos son prolíficos, la inteligencia está condenada, no tiene futuro. Entre todos los primates somos nosotros los que tenemos el cerebro y los órganos sexuales de mayor tamaño. Esto nos impulsa a la duda y a una sospecha palmaria: "quien utiliza mucho uno de los órganos excelentes, descuida o tiene problemas con los otros."


Por supuesto es ficción, pero el fondo es real

Las reglas de la supervivencia de las especies

En nuestro Mundo, la primera regla de supervivencia es: "O somos muchos aunque débiles, o pocos pero muy fuertes."

Los leones son pocos pero muy fuertes. Las gacelas o los ñus mueren en las fauces de los leones, pero la especie queda a salvo por el número.

La segunda regla es: "Los pocos tienen la fuerza; los débiles la mayoría."

Cuando los fuertes se multiplican demasiado, surgen los problemas: no encuentran comida para todos y mueren de hambre. Las especies débiles y con un número escaso de individuos no tienen futuro.

Del instinto de conservación del homo sapiens emergió una tercera regla o un corolario o alternativa de las otras dos que puso en jaque a la misma regla: la inteligencia. La inteligencia nos ha salvado de la extinción.

Pero el hombre sólo es peligroso si es sabio. Si no lo fuera, el Mundo podría soportar perfectamente su presencia sin temor alguno.

El peligro de la especie humana no es que pueda llegar a extinguirse, sino que se multiplique, que crezca demasiado, que con ello tenga un poder excesivo. Y esto quiere decir que la inteligencia ha agotado su papel, su función primordial: ya no es necesaria y puede dejar de ser utilizada, como ocurrió con el pelo que cubría todo el cuerpo, la cola, las muelas del juicio, el apéndice, etc.

Pero el ser humano se siente muy orgulloso de su talento, hasta tal extremo que pensamos:

1. Nuestro talento no puede sino aumentar.

2. Nuestro talento va a existir siempre.

3. Que el homo sapiens sapiens sirve para perpetuar la inteligencia, que seguirá existiendo, aunque sea en el silicio o en el grafeno de los ordenadores, incluso sin su presencia.

Todo esto es falso. Hace unos 50.000 años, el volumen del cerebro sufrió un fuerte corte; desde entonces el uso que hacemos de la parte que quedó no ha dejado de mermar. Como a cualquier otra especie, nos impulsa un único y exclusivo interés: sobrevivir. Un ñandú (un ave americana que corre como un rayo) no lo hace  para garantizar la supervivencia de la velocidad, así como tampoco el león o el tigre atacan para garantizar la supervivencia de la fuerza. Lo hacen, exclusivamente para garantizar la supervivencia de su especie, esa es la función con la que la evolución (y la Naturaleza) los dotó para ello. Del mismo modo el ser humano no vive para evitar la extinción de la inteligencia. La inteligencia es el medio, medio mientras sea útil, pero provisional, absolutamente provisional. Durará hasta que se encuentre otro medio mejor.

El genio ha sido el puente para que nuestra especie alcanzara las condiciones suficientes que asegurasen su supervivencia. Ahora, la inteligencia ya no nos sirve.

Fuentes: Konrad Lorenz_"Decadencia de lo humano"_Michael J.A. Howe_"The Strange Feats of Idiots Savants"_Voltaire_"Diccionario Filosófico"_Charles Darwin_"El origen del hombre"_Pino Aprile_"Elogio del imbécil"

El ocaso de la inteligencia

¿Es realmente posible que la inteligencia del ser humano esté en proceso de extinción?

El volumen del cráneo del homo sapiens estuvo aumentando, hasta hace unos 30.000 años, a un ritmo constante primero y más acelerado después. La potencia de este factor evolutivo resulta aún más notable si se tiene en cuenta que durante todo ese tiempo, el aspecto físico de nuestros antepasados cambió con mayor lentitud.

Se podría afirmar que la inteligencia era nuestro destino necesario: nos salvó de la extinción ante la cantidad de seres vivos mucho más agresivos y numerosos; y nos convirtió en lo que hoy somos.

Sin embargo la evolución del ser humano se ha ralentizado en los últimos 30.000 años, tanto que tiene todo el aspecto de haberse detenido. Desde entonces nuestras características diferenciales han permanecido iguales. Así, el aspecto físico y el tamaño del cerebro son hoy idénticos, a grandes rasgos, a los de aquellos homínidos de hace 30.000 años.

Si las características físicas no han cambiado ni tampoco la capacidad craneal ¿qué es lo que nos separa de nuestros semejantes de hace 30.000 años? La inteligencia.

La complejidad de la tecnología, las máquinas y los procesos productivos, así como la cantidad y amplitud de los conocimientos científicos, la especulación religiosa, los valores cambiantes y mil cosas más, son las consecuencias lógicas de esa inteligencia. El espíritu humano ha evolucionado mucho más que nuestro aspecto físico.

Aunque nuestro cerebro no ha cambiado gran cosa en cuanto a tamaño y volumen de masa craneal, nuestras facultades intelectuales sí lo han hecho, hasta el extremo de que muchas de esas facultades hemos sido capaces de reproducirlas en artilugios tales como una calculadora, un ordenador o un robot de cocina. Esto quiere decir que si el hombre desapareciera del planeta, algunas de sus características no desaparecerían.

El destino de nuestra especie teóricamente debería seguir siendo la inteligencia. La evolución humana está ligada inexorablemente al continuo crecimiento de las facultades intelectuales.

Lamentablemente todas estas convicciones no se tienen en pie.

Fuentes: Konrad Lorenz_"Decadencia de lo humano"_Michael J.A. Howe_"The Strange Feats of Idiots Savants"_Voltaire_"Diccionario Filosófico"_Charles Darwin_"El origen del hombre"_Pino Aprile_"Elogio del imbécil"



¿Por qué hay tantos imbéciles en el mundo?

 El ser humano es un animal muy similar a los simios antropomorfos. A través de un largo proceso evolutivo el ser humano se ha convertido en lo que hoy somos. Lo que nos diferencia del resto de los animales es la cantidad y la calidad de nuestra inteligencia. ¿Por qué, pues, algo tan extraordinario se utiliza tan poco?
La evolución es idéntica para todos los seres vivos: sobreviven los que mejor se adaptan al medio. Las características que no desaparecen son las que permiten a una especie adaptarse a su entorno. La selección natural no sigue un plan establecido sino que actúa al azar. Al final siempre se impone aquella característica que garantiza la supervivencia. En nuestro caso, esa característica ha sido la inteligencia.
La idea de descender de los monos no es tan terrible: ya no somos monos. Muchas familias tienen antepasados igual de impresentables que ellos mismos y mucho más cercanos cronológicamente. Esto no gusta. Para el hombre, su inteligencia no tiene más valor que la velocidad, la fuerza física o la envergadura de las alas de otros animales.
Si esto es así, ¿por qué razón el número de estúpidos va en aumento?
Evidencias de ese aumento y rasgos distintivos de tal característica los hallamos de continuo, ahora y a lo largo de la historia de la humanidad. ¿Qué explicación podemos dar a la Segunda Guerra Mundial, a ciertas decisiones desacertadas de Ronald Reagan o de Kennedy, a la carrera armamentística, a la producción de armas cada vez más sofisticadas, etc? Es decir, en el ser humano, la selección cultural tiene mucha importancia y poder, posiblemente más que la propia selección natural. Si no es así, no se entiende el proceso.

Fuentes: Konrad Lorenz_"Decadencia de lo humano"_Michael J.A. Howe_"The Strange Feats of Idiots Savants"_Voltaire_"Diccionario Filosófico"_Charles Darwin_"El origen del hombre"_Pino Aprile_"Elogio del imbécil"




COROLARIO DE ESTÚPIDOS, INCAUTOS Y MALVADOS HABIDOS EN LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD DESDE MI PARTICULAR PUNTO DE VISTA (6)

6 - Almanzor

Cuando Al-Hakam II falleció, dejó el trono cordobés a un muchacho de once años sin ninguna experiencia política llamado Hisâm. El joven califa tenía el apoyo del todopoderoso ministro Yafar al-Mushafi, quien contaba con el beneplácito de la madre del califa, la concubina Subh de Navarra.
 Al-Musafi contó con la estrecha colaboración de un hombre llamado Abi Amir Muhammad, miembro de una familia árabe con posesiones en Algeciras que se trasladó a Córdoba para estudiar jurisprudencia y literatura. Este Abi Amir será el temible Almanzor cuando en el año 981 se titule "al-Mansur bi-Allah" (el victorioso de Dios), denominación que cristianizada ha dado el nombre por todos conocido.
 Abi Amir inició su carrera política como escribano y secretario del qadí Ibn al-Salim. Sus aptitudes administrativas motivaron que fuera recomendado al chambelán al-Mushafi, quien le nombró primero administrador de la sultana Subh y después del joven Hisâm. De esta manera Abi Amir estrechaba sus lazos con la familia gobernante. A la muerte de Al-Hakam II recibe el nombramiento de visir y tutor del joven califa por lo que Almanzor y su protector al-Mushafi empiezan a enfrentarse abiertamente.
 En el año 978 aparta totalmente a al-Mushafi del entorno del califa, gracias al apoyo de su suegro, el general Galib, y tres años más tarde consigue que el joven Hisâm le otorgue públicamente los poderes absolutos del gobierno, dedicándose el califa a la vida piadosa. Con el poder político en sus manos, la fuerza militar se le resistía ya que Galib aún era fuerte gracias a cierto apoyo de los reinos cristianos. Dando muestras de su sagacidad, Almanzor hizo venir de África a otro general con tropas beréberes para convertirlas en su guardia personal, provocando el enfrentamiento con Galib. Este salió derrotado y Abi Amir recibía, a su regreso a Córdoba, el título de "al-Mansur bi-Allah". Desde ese momento y durante más de 20 años ejerció el poder absoluto en al-Andalus.
 Puso en marcha un programa de reformas tanto en la administración civil y militar y supo atraerse a las clase populares con una política de intensa actividad militar contra los cristianos del norte. Las crónicas hablan de 57 expediciones victoriosas con las que extendió el dominio musulmán a buena parte de la península, imponiendo fuertes tributos a los monarcas de Navarra y León. Incluso forzó a éstos a la entrega de sus hijas para imponer la paz en sus dominios. Los ataques de Almanzor llegaron hasta Barcelona (985), Coímbra (987), los monasterios leoneses de Sahagún y Eslonza (988), Santiago de Compostela (997) y Pamplona (999). Estas campañas motivaron la creación de una alianza cristiana contra al-Andalus que salió contundentemente derrotada en el año 1000. En estas últimas correrías Almanzor atacó el monasterio de San Millán de la Cogolla (1002) y de regreso a Córdoba falleció, en las cercanías de Medinaceli (Soria).
 La fortaleza con la que Almanzor dirigió los designios de al-Andalus se manifiesta en el intenso programa de construcciones que llevó a cabo, ampliando la mezquita de Córdoba -el cuarto cuerpo del edificio-  y edificando un nuevo palacio llamado Madinat al-Zahira (El Brillante) [como réplica a la Madinat al-Zahara (ciudad blanca) mandada erigir por Abd al-Rahman III], donde trasladó la administración para evitar que Hisâm tuviera tentaciones de dirigir el gobierno. Designó a su hijo Abd al-Malik como sucesor, estableciendo una dinastía de gobernantes que acabó con su otro hijo Sanchuelo. El gobierno dictatorial de Almanzor se considera como una de las causas que motivaron el estallido de la Gran Fitna y la guerra civil entre los años 1009 y 1031.
La Fitna de al-Andalus fue el período de inestabilidad y guerra civil que supuso el colapso del Califato de Córdoba. Comenzó en 1009 con un golpe de Estado que supuso el asesinato de Abderramán Sanchuelo, hijo de Almanzor, la deposición del califa Hisham II y el ascenso al poder de Muhammad ibn Hisham ibn Abd al-Yabbar, bisnieto de Abderramán III. Dividido todo el territorio andalusí en una serie de reinos taifas, se considera que la Fitna llegó a su fin con la abolición definitiva del Califato en 1031, aunque varios reyezuelos siguieran proclamándose califas. En el trasfondo de los problemas políticos se hallaban también problemas como la agobiante presión fiscal necesaria para financiar el coste de los esfuerzos bélicos amiríes.
A lo largo del conflicto, los diversos contendientes llamaron en su ayuda a los reinos cristianos. Córdoba y sus arrabales fueron saqueados repetidas veces, y sus monumentos, entre ellos el Alcázar y Medina Azahara, destruidos. La capital llegó a trasladarse temporalmente a Málaga. En poco más de veinte años se sucedieron 10 califas distintos (entre ellos Hisâm II restaurado), pertenecientes tres de ellos a una dinastía distinta de la Omeya, la hamudí.
Hasta la muerte de Al-Hakam II, en 976, el Califato de Córdoba, conformaba un Estado poderoso, respetado y temido por los reinos cristianos. A su muerte, su hijo Hisâm II era todavía un niño, por lo que el visir Al-Mansûr tomó el poder, usurpándolo y haciendo del príncipe un simple títere. La fuerza del Estado omeya residía en la convivencia de diferentes etnias islámicas. Para asegurar y conservar su poder, Almanzor favoreció a los bereberes sobre el resto, conservando su poder y trasmitiéndoselo a su hijo Abd al-Malik al-Muzaffar, pero el gobierno de éste último fue sacudido por numerosos complots. Abd al-Malik muere en 1008, dejando el poder a su hermano Abd al-Rahman Sanjul, o Abderramán Sanchuelo. Éste último persuadirá al califa Hisâm II para que le designe heredero legítimo del califato.
La guerra civil
Aprovechando la ausencia de Sanchuelo, quien había partido a combatir al rey Alfonso V de León, el omeya Muhammad II al-Mahdi destrona a su primo, el califa Hisâm II (1009). Sanchuelo vuelve a Córdoba, pero la moral de su ejército se encuentra por los suelos, por lo que la mayor parte de los soldados desertarían, cayendo prisionero y siendo ejecutado a su llegada a la ciudad.
Debido a este episodio, Muhammad se vuelve rápidamente persona non grata, dando lugar a la creación de un nuevo bloque opositor alrededor de la figura de otro omeya, Sulaiman al-Mustain. Apoyado por los bereberes, logra apresar a Muhammad y se convierte en califa (1009). Estas luchas incitarán a los Banu Hamud, una poderosa familia de Málaga y Algeciras, a autoproclamarse califas y marchar sobre Córdoba, donde destronarán a Sulaiman. Pero no tardarán mucho en perder el poder (1023).
El omeya Abderramán V se convierte entonces en califa (1023), pero al establecer un impuesto que ayude a llenar las arcas del Estado, las cuales se encontraban vacías, fue sorprendido por otra revolución, ya que la medida había pesado fuertemente sobre la población. Otros tres califas, dos omeyas y uno hamudí se sucederán hasta 1031, fecha en que la burguesía de Córdoba abole el califato.

Consecuencias

El movimiento, iniciado por los Banu Hamud con la proclamación de los reinos de Málaga y Algeciras, se generalizará durante este período y conducirá a la fragmentación del califato y a los primeros reinos de taifas. Este no será un periodo pacífico, ya que los distintos reinos de taifas se combatirán entre ellos. No será hasta el año 1085, tras la Reconquista de algunos de estos taifas por los cristianos, que los almorávides llegarán a España para reunificar Al-Ándalus.
Como es repetido, la ambición y la codicia de Al-Mansur es la que provoca todo este desastre. Al final, los platos rotos fueron pagados por los musulmanes de a pie. ¿Qué hubiese pasado si Al-Mansur no hubiese existido?
Al-Mansur le tengo por estúpido con fuertes tintes de malvado, pues derrumbó un próspero Califato que era brillante y que Europa entera le debe mucho. Y todo lo hizo a cambio de nada.

La Historia vuelve a repetirse siempre y el ser humano no aprenderá jamás.


Con los imbéciles no se puede razonar

La finalidad de todo imbécil es imponer a todos su estupidez a toda costa.

Cuando alguien discute con un imbécil se convierte en imbécil y medio.

Nuestra sociedad, que nos hace listos, puede también convertirnos en unos perfectos idiotas. En la mayoría de ocasiones nos limitamos a repetir como papagayos lo que nos han enseñado; y eso hasta nos da placer. La estupidez es relajante, no cabe la menor duda y es garantía de la felicidad para los que la practican. La estupidez es un magnífico invento.

Pero centrémonos. La inteligencia es una característica diferencial de nuestra especie; pero está obsoleta y abocada a la extinción. Fue arma esencial en la evolución del ser humano, pero ya no la necesitamos. Las organizaciones sociales se esfuerzan desaforadamente para hundir la inteligencia. Ocurre bajo cualquier forma de gobierno, cualquier religión, ciencia o arte. El sistema de jerarquías se ha encargado de reducir el pensamiento a la mínima expresión. Razonar cuesta caro a quien lo intenta.

El imbécil tiende a rodearse de otros imbéciles para camuflar su propia incapacidad. Los hombres asociados en grupos se convierten en inagotable manantial de estúpidos. Los idiotas son legión. Los superdotados despiertan recelos en los que no lo son. Cuantos menos problemas tengamos, menos utilizaremos la inteligencia.


Fuentes: Konrad Lorenz_"Decadencia de lo humano"_Michael J.A. Howe_"The Strange Feats of Idiots Savants"_Voltaire_"Diccionario Filosófico"_Charles Darwin_"El origen del hombre"_Pino Aprile_"Elogio del imbécil"

      Ejemplo de estupidez