En Botánica se piensa que los fuegos ocasionales son
beneficiosos para la evolución de un bosque. Así pues lo que vemos como una
catástrofe resulta ser una variación dentro del curso natural de los
acontecimientos.
Las soluciones son simples pero muy eficaces. Si se
dispara la población, lo que se necesita es una epidemia de lo que sea para
exterminar a la gran masa, que cause la muerte al 90% de la humanidad. El 10%
restante, en cuanto se recupere del susto, considerará bastante agradable el
entorno resultante.
La esterilización de nuestro planeta sería un detalle
irrelevante desde la perspectiva cósmica.
Sin embargo, en el medio biológico, el sistema se basa en
dar por sentado que el medio puede ser controlado; y que todos los individuos
de nuestra especie deberían vivir más tiempo y de manera más placentera. Para eso
se precisa de una particular inteligencia organizada. Consecuentemente la estupidez,
en esta etapa y en ese medio, resulta extremadamente peligrosa.
Hay quien piensa que la decadencia es irreparable y que
por algún terrible azar de la evolución,
la estupidez impera por completo. Son abundantes las pruebas que abonan
semejante teoría.
James Welles afirma que la arqueología se dedica a buscar
inteligencia, es decir, aquello que desde el origen de nuestra especie
diferencia al Homo Sapiens de los otros bípedos. O hallar hechos que muestren
progreso. La historia, por otro lado, es una colección inagotable de fallos y
errores: una celebración infinita del poder de la estupidez.
La tradición es una acumulación de conocimientos y
experiencias útiles. Pero también es la rigidez de prejuicios, la superstición,
las costumbres, el dogmatismo, las restricciones y la obediencia, que
entorpecen el conocimiento y son, con frecuencia, las raíces de la necedad.
Existen valores arraigados en la naturaleza humana
capaces de reducir la estupidez y contrarrestar sus efectos. El problema es
cómo dar con ellos y hacer que funcionen en las complejidades de nuestro
entorno social.
No es razonable definir la inteligencia como algo lineal
o lógico. Y no deja de ser menos erróneo descalificar como estúpido todo aquello
que no parece poder explicarse mediante el pensamiento racional. No podemos
separar razón y emoción, lógica e intuición.
Puede cometer una estupidez el que no se rige más que por
la emoción, pero tampoco es muy brillante quien cree que todos los problemas se
pueden resolver de acuerdo con una secuencia aparentemente lógica.
Fuente: Giancarlo Livraghi_"El poder de la
estupidez"
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