domingo, 22 de diciembre de 2013

COROLARIO DE ESTÚPIDOS, INCAUTOS Y MALVADOS HABIDOS EN LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD DESDE MI PARTICULAR PUNTO DE VISTA (4)

4 - Esteban VI:

El Sínodo del cadáver
La increíble historia del Papa muerto que fue desenterrado y juzgado en el siglo IX
El Papa Formoso (816-896) cuenta en su currículo el haber sido el único Sumo Pontífice católico que fue desenterrado para ser juzgado y posteriormente (ya muerto) ser condenado a muerte.

A finales del siglo IX, la situación en la Península Itálica se asemejaba mucho a un polvorín a punto de estallar. Numerosos conflictos enfrentaban a distintos nobles, en pugna continua por territorios y coronas. Y es en esa delicada situación en la que se vio envuelto Formoso al llegar al trono de San Pedro.

Formoso buscó el apoyo de los emperadores carolingios para frenar el dominio de los Spoleto.

Durante su papado, Formoso coronó emperador del Sacro Imperio Romano Germánico al príncipe Arnulfo de Baviera, decisión que ofendió mucho a Lamberto de Spoletto, otro pretendiente a la corona imperial.
Una vez fallecido Formoso, Lamberto recuperó el control de Italia y exigió al nuevo papa, Esteban VI (sucesor de Formoso), que llevara a juicio al papa Formoso.
El problema era que estaba ya muerto y enterrado. No importaba.
Esteban VI, en lo que se llamó “el Sínodo Cadavérico”, ordenó vestir al ya putrefacto cadáver con vestimentas pontificales de gala, lo hizo sentar en el trono del Palacio Laterano y procedió a interrogarle personalmente.

Las crónicas cuentan que el cadáver exhalaba un terrible hedor que revolvía las entrañas de los presentes, y su cráneo, prácticamente descarnado, miraba con las cuencas vacías a sus acusadores.
Sobre la calavera del difunto se colocó una corona y el Cetro del Santo Oficio fue colocado entre los cadavéricos dedos del difunto pontífice. El muerto fue inculpado de ascender al solio pontificio recurriendo a medios espurios; siendo como era obispo de otro lugar, no podía ser elegido por Roma.

Según cuenta Joseph Cummins en su libro Grandes episodios desconocidos de la Historia, en la sala del Juicio -inundada por el putrefacto hedor del cadáver- Esteban interrogó al cadáver y al no recibir respuesta, procedió a condenarlo. Fue hallado culpable de “haber usurpado la Silla de San Pedro”.

El cadáver fue condenado como antipapa, despojado de todo lo que llevaba puesto. El papa Esteban ordenó cortarle los dedos pulgar, índice y medio de la mano derecha, con que solía bendecir.
El cuerpo mutilado de Formoso fue arrojado al cementerio profano, de donde las enardecidas turbas, presas de un frenesí salvaje, lo tomaron para arrojarlo al río Tíber, después de increíbles profanaciones.
Aquel vergonzoso y denigrante comportamiento no iba a quedar, sin embargo, sin su justo castigo, ya que semejante atrocidad era demasiado incluso para el pueblo romano, acostumbrado a todo tipo de crímenes y maquinaciones.

No faltaría mucho para que Esteban VI, quien un día se había atrevido a profanar la tumba de un sucesor de San Pedro, muriera asesinado en la prisión –por estrangulamiento– en agosto de 897.
La base legal del juicio

Se ha sugerido que el procedimiento seguido contra Formoso derivaba de un Papa del siglo VI, Gregorio Magno, quien afirmaba que los culpables de pecado mortal inhumados en una iglesia debían ser condenados y citaba varios casos de cadáveres que habían sido extraídos de sus sepulturas como castigo.

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