No es difícil comprender de qué manera el poder
político, económico o burocrático aumenta el potencial nefasto de un estúpido.
Pero ¿qué es lo que básicamente vuelve peligrosa a una persona estúpida?
Los estúpidos son peligrosos y funestos porque a las
personas razonables les resulta muy complicado imaginar y entender un
comportamiento estúpido. Un inteligente puede entender la lógica de un malvado.
Las acciones de un malvado siguen un modelo más o menos racional, perverso, sí,
pero racional. Esto quiere decir que al malvado se le puede prever su acción,
sus sucias maniobras y sus degeneradas aspiraciones, dando pie a que se puedan
preparar las oportunas defensas.
Pero con un estúpido esto es imposible. No existe
modo de prever cuándo, cómo y de qué forma, un estúpido se nos va a manifestar.
Una criatura estúpida nos perseguirá sin razón, sin plan y en los momentos y lugares
más improbables e impensables.
Puesto que las acciones de un estúpido no se ajustan
a las normas de lo racional, se deriva:
a/ Generalmente el ataque nos pilla por sorpresa.
b/ Aun teniendo conocimiento del ataque, nos es
imposible organizar una defensa, porque el ataque, en sí mismo, carece de la
más mínima racionalidad.
Este hecho de que la actividad y los movimientos de
un estúpido sean absolutamente erráticos unido a su irracionalidad, no sólo
hace problemática la defensa, sino muy difícil cualquier contraataque.
La persona inteligente sabe que lo es.. El malvado es
consciente de su maldad. El incauto conoce su propia debilidad y carencia. Pero
el estúpido no sabe que es estúpido. Ese desconocimiento contribuye a dar mayor
énfasis a su capacidad devastadora.
El estúpido se nos aparecerá sonriente, como si tal
cosa fuese lo más natural del mundo, de improviso para echar a rodar tus
planes, derruir tu paz, complicarte la vida, hacerte perder tiempo y dinero,
apetito; y encima, sin malicia, sin remordimientos, sin razón: estúpidamente.
Fuente: "Allegro ma non troppo"-Carlo M.
Cipolla
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